
Otro mundo es posible
Jesús García
“Contra los filósofos que tienen Dios sin Jesucristo. Creen que sólo Dios es digno de ser amado y admirado, y han deseado ser amados y admirados por los hombres; no conocen su corrupción”. Blaise Pascal (1623 - 1662).
He leído esta afirmación, en una pared. Me ha llamado la atención, porque si bien es cierto que se puede mejorar todo, el hombre tiene unas cualidades limitadas, en el alma y el corazón, inherentes a su naturaleza que permanecen inalterables desde que nace hasta que muere. Se reproduce, ama, odia, envidia, teme, es osado, trabaja, descansa, aprecia, desprecia, ataca, defiende, busca la felicidad, es injusto, egoísta, hasta el último suspiro…
Entonces, viéndolo con la perspectiva que dan los años, no dices, como dijo Leibniz, que “vivimos en el mejor de los mundos posibles”, pero tampoco se ilusiona uno mucho. Por ejemplo, a finales del siglo XIX, se empezó a instaurar la jornada laboral de ocho horas; hoy, después de unos 120 años, la jornada de trabajo, en muchos países del mundo sigue siendo de ocho horas, si no más. Ni que decir tiene que el llamado estado del bienestar retrocede a pasos agigantados. Mientras que la filantropía y el altruismo no reinen en la tierra (cosa altamente improbable, por no decir que absolutamente imposible) tenemos que conformarnos con exigir más empleo, una vivienda digna, mejor educación, sanidad de calidad, más atención a los ancianos, mejores servicios en general; lo cual no es poco. En suma, aunque “el hombre es un lobo para el hombre”, como dejaron escrito varios autores, a pesar de todo creo que aún hay un gran trabajo para humanizar más la humanidad; pero no para eliminar la esencia del ser humano: es tarea inútil.
Jesús García