Un antes y un después

Daniel Gallego

Todos recordamos esa sectaria y empalagosa campaña llamada 'Ara és l'hora'. Han pasado ya algunos meses desde entonces, desde esa campaña donde te prometían el oro y el moro: 'Un país on l'àvia arribi a fi de mes', 'un país on els trens no et deixin tirat', 'un país on poder volar a qualsevol racó del món sense escales', 'un país on tinguem gelat per postres cada dia', y otras tantas barbaridades más, las cuales se podían leer en los carteles de la ANC durante la campaña, todo muy de Alicia en el país de las maravillas y muy de color de rosa.

El coste de la campaña 'Ara és l'hora' (de vendre't la moto) costó a los catalanes 200.000 euros semanales, mientras más de 30 consistorios van a llevar a los juzgados a Artur Mas por impago en escuelas, mientras continuaron los recortes en sanidad y educación, mientras hay impagos en las farmacias, mientras los dependientes siguen en completo abandono, mientras miles de hogares viven por debajo del umbral de la pobreza, mientras los desahucios han sido y son un deporte olímpico en esta comunidad autónoma, etcétera.

Llegó el 9-N, han pasado ya tres meses desde entonces, y ha habido un antes y un después en esa fecha: se pasó de la euforia y la motivación absoluta, al hundimiento, a la desmotivación y la división. De un censo de 6.228.531 personas (el censo sube si dejas votar a mayores de 16 años) fue a votar solo un 37% de la población catalana, siendo solo un 28% los que votaron favorable a la independencia. Ese día se contaron, y vieron que el independentismo en Catalunya no pasa del 30% de la ciudadanía y que ese 'Botifarrèndum' no fue un fracaso, sino lo siguiente, siendo el hazmerreír de España, de Europa y de medio mundo, y para colmo, en el recuento pudimos ver a Francesc Homs y Oriol Junqueras contando votos, todo muy neutral.

En el caso de Rubí, de un censo de más de 62.000 personas con derecho a voto, solo 16.518 personas participaron, (un 27% de la población rubinense) sin ser todos los votos a favor de la independencia... lo que viene siendo un éxito, vamos (obsérvese la ironía).

Pasada la fecha, pudimos ver en el independentismo, como ese ánimo cayó en picado justo después de ese 9-N. La fatiga, el cansancio y la desmotivación pulula por el ambiente soberanista, instalándose probablemente para quedarse en lo que queda de crisis económica. El separatismo se estira de los pelos viendo que el ambiente que había ha desaparecido. Atacan ahora a Podemos, el partido de Pablo Iglesias, porque aquí en Catalunya está moviendo masas, y, según las encuestas, entraría en el Parlament con mucha fuerza. Según la ANC, Òmnium Cultural y otros tantos, Podemos resta independentistas, ya que están moviendo a la abstención (a los que los independentistas llaman 'els indecisos'), y se llevan gran parte del voto de personas que en su día se subieron al carro de la independencia a consecuencia de la crisis económica.

Daniel Gallego