Empieza la fiesta

Luis Escamilla

Cualquier ciudadano poco informado del mundo político ya se habrá dado cuenta de la cercanía de las elecciones. Las obras se extienden por todo el término municipal de forma generosa, lo que anteriormente era austeridad, ahora es gasto sin fin. Se acabó la crisis.

Esto es solo un ejemplo de lo que a mi parecer es una política absolutamente caduca y que los ciudadanos estan rechazando cada vez más. Se espera al periodo electoral para realizar obras o prometerle al elector lo que durante muchisimos años no hicieron. Esto podría ser solo falta de imaginación, o el convencimiento de que el votante es tonto del culo.

Pero el tema es mucho más profundo, es de calado, estructural del sistema politico. A lo largo de años, partidos que han tenido el poder municipal han ido creando una red de clientela, poco a poco, han dejado de lado la política, para basarse en el clientelismo. El partido de poder local, utiliza este, para el enchufismo y amiguismo más descarado, donde el interés particular está siempre por encima del interés del propio partido y por supuesto de la ciudad.

En función de los más variados intereses se utiliza la política como medio de vida o como estrategia para conseguir un trabajo o mejorar en el que ya tienes.

Esta forma de hacer política hace que la vinculación con el Ayuntamiento de la militancia de determinados partidos sea excesiva. Este modo de gobernar buscando el beneficio particular, es al que Cesar Molinas llamó “elites estractivas”, producto del cual la población se aleja progresivamente del mundo político. 

Se continúa actuando de la misma manera durante años utilizando el poder en beneficio propio y creando una red  para su apoyo. En muchas ocasiones se obvia incluso la ideología en función de que el candidato interese por dócil, afín, o simplemente porque necesita un puesto. Convirtiendo en una simple fachada toda la historia de muchos partidos.

El ciudadano está dando la espalda a esta forma de hacer política, como lo prueban el surgimiento de nuevas formas de participación o la alíisima abstención, que en la ciudad de Rubí en las últimas municipales fue del 53%, es decir, más de la mitad de la población pasa. Pero ellos ¡a lo suyo!.

Hace años que se detecta el despapego de la ciudadanía pero, en determinados partidos, no se dan por aludidos. Todos conocemos las medidas que deberían haber puesto en marcha hace mucho tiempo, pero miran hacia otro lado. Son medidas que no harán milagros, pero necesarias, lógicas y fáciles de aplicar; como la limitación de mandatos, que evitaría que muchos candidatos de nuestra ciudad que todos conocemos hagan de la política su forma de vida; o la prohibición de cargos de confianza, que evitaría que se utilicen las arcas municipales para pagar amiguetes o servicios prestados, y al mismo tiempo motivaría al trabajador municipal que tendría la opción de optar a estos puestos de forma transparente. O desarrollar una forma de acceso totalmente limpia y proporcional al empleo municipal, que iría bien al propio empleado, que no dependería de avatares políticos. O porque no la limitación de los sueldos de los políticos, que si bien es verdad ya no son tan altos, aún tienen un margen de bajada. Esto serviría para demostrar la vocación de servicio publico de la que algunos alardean y para motivar un poco al ciudadano que los ve excesivos.

Otro debate un poco más complicado serían las listas abiertas que tampoco interesan a los partidos tradicionales.
Nada de esto se ha puesto en práctica, se esconde la cabeza debajo del ala y a seguir adelante aunque, una participación ciudadana tan baja, debería ruborizar a más de uno.

Pues nada vecinos, ya están aquí otra vez las elecciones, sería de esperar una reflexión profunda sobre lo que es el servicio a la ciudad  y debatir sobre si necesitamos grandes partidos con enormes maquinarias electorales y gasto exagerado.

Luis Escamilla